Deporte como experiencia religiosa
Sí, lo has leído bien. Pero probablemente no entendamos lo mismo por religión… ya que una cosa es una religión súper organizada (lo que nos han enseñado que es la religión, una institución gigantesca con millones de seguidores) y otra cosa es lo que desde la historia de las religiones se interpreta como tal.
Sobre las religiones
Una religión podría verse desde un modo simple de exponerla, como una serie de elementos sobre los que se experimentan cierta cantidad de hierofanías, que en esencia son manifestaciones que se consideran sagradas, que no es más que el separarse del mundo de la experiencia de lo normal.
Vayamos un poco más despacio. Para varios autores (entre ellos mi inspiración para esta entrada, Mircea Eliade), el ser humano es un ser religioso. La impronta de miles de generaciones movidas por las religiones no es algo fácil de eliminar, somos en este sentido: Homo religiosus.
No hay que ir muy lejos para encontrar rastros de estos vestigios religiosos incluso en los que se juren los más no-religiosos (leer postdata); el ejemplo que más me gusta es la celebración del Año Nuevo en el que todos replicamos el antiguo ritual de regeneración en donde buscamos por medio de los famosos por estas épocas decembrinas, unos propósitos que marcarán nuestro norte en el nuevo ciclo alrededor del Sol. En esta hierofanía, le estamos dando una importancia mística a un día en especial del año, sobre el que queremos marcar un pivote sobre nuestras vidas para ejercer una serie de cambios que siempre hemos querido promover.
El ejercicio como ritual
Yendo ahora un poco más al asunto del ejercicio: muchos de los que nos ejercitamos sabemos que la práctica del esfuerzo físico nos recompensa con un estado de bienestar en el que diversas reacciones bioquímicas dentro de nosotros, nos llevan a una experimentación de liberación de cargas, estrés y demás. Ahora bien, seamos sinceros; probablemente no más de un pequeño porcentaje pensará enteramente en estos términos, ya que lo que normalmente pensamos es que el ejercicio nos libera, resulta una terapia, y visto desde un punto de vista que reconecte con nuestras raíces religiosas, el ejercicio es una suerte de ritual de purificación.
Siguiendo con estas metáforas que a pesar de tener explicaciones que nuestra parte razonable puede entender, pero que el componente religioso no termina de soltar (recordemos de dónde vinimos) podemos también identificar que hay cierta serie de energías (no confundir con energía en Física, y ya sé que son conceptos no compatibles) que se identifican con personas que no resultan muy amigables a nuestra razón. Lo comento porque quiero terminar con una experiencia que me hizo llegar a escribir esta entrada.
Una anécdota personal
No soy muy jugador de fútbol, y la última vez que jugué con unos amigos, llevaban con ellos a gente que no conocía. En medio del juego, uno de esos personajes no conocidos resultaba demasiado agresivo y sentía para mis fueros internos, como si fuese alguien cuya vida ha sido atravesada por una serie de violentos infortunios que lo mantenían estresado durante toda la semana laboral, y ese viernes en la noche se estaba descargando con todos. De manera abstracta, porque mi parte racional no cree en esos asuntos; percibía un aura muy negativa rodeándole la existencia a esa persona.
Incluso llegó a lastimarme en un balonazo, un dedo mientras yo servía de arquero, que al día de hoy, varios meses después del juego, aún me duele en una que otra ocasión cuando entreno, en gran parte imagino que debido a la imagen negativa que me empecé a armar de él... y de cómo me estaba empezando a afectar el día a día pensando en cómo podía vivir alguien con tanto mal (percibido por mí) dentro de sí (luego iría a verificar un poco viendo la naturaleza de stickers animados violentos que compartía en el chat del grupo en donde gestionan los partidos). El estrés que me generó me llevó roces de trabajo, y no pienso excusarme con decirlo, solo fue la explicación a la que llegué tras buscarla para no replicar esa mala onda.
Hasta el miércoles siguiente pude volver a entrenar, sentía que lo necesitaba, sentía que necesitaba liberar... y el ejercicio me permitió desecharme de esa oscura influencia.
Ese miércoles pensé: esto es una experiencia religiosa.
PD: Desde hace años me juraba una persona no religiosa, hasta que influenciado por un pensador que sigo en Instagram, empecé a leer a Eliade y su marco teórico de historia de las religiones. Ahí entendí que lo que me habían vendido toda la vida como religiones, era solo la punta del iceberg.
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